Sabemos que el impacto de la Covid19 en nuestra sociedad ha salpicado a todos los sectores y ámbitos con consecuencias casi todas ellas negativas. Sin embargo en medio del desastre se atisba también un cambio de paisaje que se torna algo más positivo para nuestra economía futura y sobre todo para el fortalecimiento de nuestras empresas.
Leyendo el informe realizado por la consultora Recarte & Fontenla, Vision binocular Covid19, sobre qué piensan los líderes de diferentes sectores de actividad, en las conclusiones aparecen palabras tan satisfactorias, como confianza, valentía y reinvención, pero sobre todo se pone en relieve la energía y el fuerte liderazgo que han asumido muchos responsables en estos meses para tomar decisiones valientes en un entorno de alta incertidumbre.
Con los cambios impuestos como consecuencia del confinamiento obligado, las compañías parecen haber comprendido, al fin, que deben mejorar sus estructuras, optimizando procesos, incorporando nuevas tecnologías y maximizando la experiencia de empleado.
La pandemia nos guste o no, es ya un catalizador de cambio y la tecnología es una buena alternativa para frenar una dolorosa hemorragia que no solo se contiene optimizando costes.
Ahora diseñar el futuro se antoja complicado para muchos, pero al menos se ha entendido que la digitalización es ya irrenunciable gracias en parte al teletrabajo, fórmula que ha conseguido poner por fin gafas a unas empresas con muchas dioptrías, ahora angustiadas por mantener la continuidad de sus negocios mientras evitan el avance de la pandemia.
Poder facilitar la continuidad de la actividad en cualquier lugar y circunstancia se ha convertido ya en un elemento vertebrador de una transformación que debería de haberse producido hace tiempo en muchas compañías que ahora reestructuran sus espacios sabiendo que el nuevo lugar de trabajo ya no será el mismo, una vez pase la tempestad.
Nacen conceptos como Work hibrid o Everywhere Enterprise (Empresa en cualquier lugar) que vienen a señalar y a reinventar nuestro nuevo entorno laboral, pero además lo hace de forma positiva para mejorar nuestros procesos, hacernos más ágiles y en definitiva más productivos y eficientes.
Pero además, se empieza a indicar ya a la capacidad analítica, basada en datos para tomar mejores decisiones, como una de la habilidades clave en las próximas décadas, al igual que focalizar esfuerzos en adoptar las mejores prácticas, procesos y procedimientos para optimizar los resultados. Retomamos, así, un viejo concepto: excelencia operativa.
El viaje a la reestructuración de muchas compañías supone ya una mayor flexibilidad, mayor calidad de servicio, mejorar tiempos e innovar en los procesos y de eso ya se han dado cuenta aquellos que tienen el poder de decidir en las empresas.
Caminamos hacia una nueva organización, mucho más resiliente, sí, pero también sabedora que es hora de mejorar la tecnología con la que cuenta. De hecho, leo que el 76 por ciento de las empresas vaticina impulsar cambios de TI para reforzar su posición en tiempos de incertidumbre.
El presente y el futuro es, y será, muy diferente al de épocas pasadas y la gestión de esta transición supondrá varios retos en la dirección de las compañías pero también grandes oportunidades para modernizar estructuras, sistemas y personas. Es hora de una nueva organización. El viaje, eso sí, conviene no hacerlo solo.