Tendemos a creer que innovar es la capacidad que tiene las organizaciones de crear o impulsar algo nuevo ya sea producto o servicio y sobre esa definición se entiende, a veces, que se consigue el éxito empresarial, pero también hay otras vías.
En realidad hay muchos tipos de innovación. Para mí una de las más importantes hoy en día, que entiendo que debe convertirse en objetivo estratégico de las compañías, es la llamada innovación de procesos. Ésta implica tener la capacidad de mejorar y modificar cómo se trabaja dentro de la propia organización e impacta en el funcionamiento integral de las empresas.
Además la innovación de procesos es clave para la mejora continua y básica para el impulso de la eficiencia. Se identificaba ya en el Manual de Oslo para la Innovación como “la definición de nuevos procesos o la mejora de los existentes encaminada a incrementar el nivel de eficiencia de la empresa”.
Se trata, por tanto, de redifinir o introducir mejoras en los procedimientos para sistematizar tareas o modificar la manera de actuar en la cadena que habitualmente se forma entre proveedores- organización-cliente.
Un concepto que ya es indispensable para la perdurabilidad de las compañías y que impacta en el desarrollo del trabajo diario y en el cliente, beneficiario último de la mejora, ya que lleva aparejada de forma habitual una reducción de los tiempos y le genera, siempre, una buena experiencia.
Para poder llevar a cabo una innovación de procesos y rediseñar nuestras actuaciones se debe de tener en cuenta primero las opiniones del cliente, proveedores, personal y sobre todo también estudiar los procesos de la compañía (desde quiénes los llevan a cabo y como interactúan entre ellos) hasta implantar un sistema de formación continua donde necesariamente hay que analizar los flujos de trabajo de la organización.
También conviene no olvidarse de la tecnología, una de las principales herramientas que propician hoy a la mejora de los procesos, haciendo estos más sencillos, e incluso ayudando a aportar capas de inteligencia para tomar mejores decisiones.
La innovación de procesos en realidad, no busca un cambio radical, sí trata de modificar aquellas tareas dentro de la organización que pueden realizarse con una cota de eficiencia aún más alta, alcanzando así la excelencia operacional, mejorando la adaptación y la flexibilidad ante nuevos retos.
Además de reducir costes, automatizar y ahorro de tiempo, que son algunos de los beneficios más resaltables de la innovación en procesos, la metodología requiere casi siempre:
- Identificación de los objetivos
- Entendimiento de los procesos existentes
- Visión de negocio
- Reconocer a los agentes de cambio
Pero también: liderazgo, experiencia, trabajo en equipo, mejores prácticas y como he dicho antes, tecnología. El resultado, por tanto, de implantar la innovación de procesos en una organización es que habrá una mejor coordinación entre departamentos, además de mayor comunicación entre los mismos y mejoras notables en la productividad de la compañía, pero sobre todo se concretará en el impulso de la eficacia y una optimización clara de los recursos de la empresa.
La innovación de procesos debe ser ya, por tanto, un objetivo estratégico de las compañías para su plena transformación digital.