La RAE define propósito como la intención de hacer algo, o el objetivo que se pretende conseguir y cada nuevo año este término adquiere siempre relevancia entre todos nosotros para tener enfoque. Hoy nadie puede predecir el futuro pero sigue siendo necesario saber cuáles o cuál es, al menos, la meta que sirva de faro para trazar el camino.
Si bien en la mente de todos en la esfera empresarial sigue estando presente la digitalización de nuestros negocios también debe cobrar especial relevancia otro término: el de agilidad organizacional.
Se trata de responder rápidamente y de forma efectiva a las demandas de cambio. En definitiva, saber dotarnos para reaccionar de forma eficaz a las oportunidades creadas por las nuevas tecnologías y la evolución de los clientes.
Las empresas ahora deben esforzarse por responder, habilitar, adoptar, empoderar y tener control, siendo estos cinco puntos los comportamientos necesarios para lograr tener una agilidad organizacional óptima, el propósito de este 2021. Conseguirla pasa por la planificación continua, tener estructuras y procesos más ágiles, mejorar las habilidades de la fuerza laboral, capacitar a los empleados en la toma de decisiones y medición; mucha medición, para tomar decisiones en base a evidencias, dejando atrás la intuición.
El propósito es la razón de por qué hacemos unas cosas y otras no, y debe constituir el ADN de una empresa para llevar a cabo acciones, siendo parte importante de la visión y la misión de cualquier compañía respondiendo a preguntas como qué es lo que queremos hacer para subsistir en un entorno económico, social, laboral y político convulso como el actual.
El último informe titulado ‘El futuro del trabajo’ de Randstad Research es revelador. Indica que en los países de la OCDE el 30 por ciento de los empleos se modificaran mientras uno de cada siete trabajos actuales desaparecerá. La influencia de la tecnología en la evolución del puesto de trabajo es ya un hecho y lo será aún más en la era post-COVID.
Con todo el aluvión de información y datos que nos hablan de un cambio de tendencia en el tejido productivo español, todavía hay muchas organizaciones que no están preparadas para una gestión del cambio adecuada que impacte en los procesos, la cultura y las personas, no teniendo esa agilidad organizacional tan necesaria que marca esa capacidad de renovarse y adaptarse.
El pasado 2020 no ha hecho nada más que ratificar que la inversión en innovación tecnológica es ya un pilar fundamental para lograr ese propósito que se antoja básico en las organizaciones. Todo indica que la automatización, robotización y una óptima gestión del dato serán ‘drivers’ para sobrevivir en un entorno en constante mutación, ayudándonos a mejorar nuestros procesos, y nuestra gestión diaria, pero también contribuyendo a que sepamos alinearnos y anticipar los cambios venideros. Ese es el desafío ahora.