La productividad laboral no se mide en tiempo, se mide en tecnología

Con el debate caliente de si nos beneficia a las empresas reducir la jornada laboral de 40 a 32 horas semanales hablar de productividad se antoja necesario. El Ministerio de Industria ya cuenta con una partida de 10 millones de euros en subvenciones a la que aún sigue dándole forma para ayudar a aquellas compañías que reduzcan la jornada laboral como mínimo un 10%, con el objetivo de mejorar la conciliación y apostar por la eficiencia.  

El programa piloto que aún se encuentra en análisis ofrece ayudas de entre 2.000 y 3.000 euros por trabajador para invertir en procesos y compensar las consecuencias de esta medida que se prevé que afectará a 160 empresas y unos 3.000 trabajadores en nuestro país. El requisito será no reducir el salario. 

La realidad es que España es uno de  los países con menor productividad laboral de la OCDE. El nivel de productividad y eficiencia medio en la empresa se sitúa en 58,78 puntos en una escala de 0 a 100, según un el I Barómetro de productividad y eficiencia de Adecco que señala a cuestiones claves en este indicador como el trabajo remoto, la organización, gestión del conocimiento o el clima laboral.  

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La baja productividad en España constituye un problema crónico y de ahí que escueza a muchos cuando se habla de reducción de horas. ¿Pero realmente quitar horas o redistribuirlas impactará en la productividad?  

La productividad no es más que la capacidad de realizar mayor cantidad de trabajo con los recursos mínimos requeridos. Las jornadas de horarios interminables es una de esas pesadas herencias que todavía persisten en muchos sectores, pero en plena era digital no entender que trabajar  más no es sinónimo de productividad es estar fuera de contexto y no ver lo que está ocurriendo en el puesto de trabajo actual, donde el foco está en los resultados y no en la cantidad de horas registradas.  

La productividad en la empresa se incrementa optimizando los procesos internos y externos, mejorando la gestión y adaptando a las compañías al nuevo entorno digital, siendo aplicable dentro de la empresa a muchos departamentos. 

La tecnología ha demostrado ser un aliado fundamental en esta parcela al ayudar a ejecutar y simplificar tareas en el menor tiempo posible teniendo un efecto claramente transformador en nuestro tejido productivo. De hecho, el nuevo espacio de trabajo no se concibe sin tecnología y llevamos unos cuantos años acuñando un concepto nuevo: Digital Workplace como resultado de una nueva realidad acelerada por el COVID y sus efectos, donde el objetivo ha sido mantener la eficiencia e incrementar las capacidades de los empleados con ayuda de soluciones que otorguen más agilidad y autonomía en cualquier lugar.  

El llamado Digital Workplace es “aquel lugar de trabajo digital que permite nuevas y más eficaces formas de trabajar; aumenta el compromiso y la agilidad de los empleados y aprovecha los estilos y tecnologías orientados al consumidor”. (Fuente: Gartner) 

En estos años hemos sido capaces de entender que es posible mantener la productividad estando deslocalizados y sin acudir presencialmente a un entorno de trabajo, teniendo horarios dispares, y ha sido así, gracias a los esfuerzos en materia de digitalización realizados por las compañías.  

No se trata de más horas, se trata de emplear tecnología para simplificar y automatizar procesos, como elemento clave que nos ayuda a la mejora de la productividad.  

Desgraciadamente los espacios de trabajo aún tienen dificultades para encontrar información interna, no pueden trabajar en remoto o en movilidad, no extraen valor de la información y trabajan en silos, por ejemplo.  

El lugar de trabajo digital mejora la comunicación, fomenta la colaboración y da acceso al conocimiento pero sobre todo imprime productividad a los procesos.  

Definitivamente NO,  tener más o menos horas de trabajo no nos hace más productivos, la tecnología claramente SÍ.  

Artículo publicado en la Revista BYTE

TECNOLOGÍA SIMPLE PARA ESPACIOS
INTELIGENTES DE TRABAJO